VIENTO DE LEVANTE

Dame tele y llámame tonto

jueves, 23 de marzo de 2023 · 08:36

Después de tres décadas enganchados a Movistar Toros, a Toros Plus o cómo en cada momento se llamase a la cadena, emisora o plataforma -los tiempos modernos traen también nuevas denominaciones y modismos-, este año se cambia de operador y con la temporada ya en marcha se desconce su modelo.

Aunque la primera experiencia más o menos positiva de retransmisión de imágenes fue cosa de un escocés, John Logie Baird, que logró transmitir eficazmente la imagen de la cabeza de un maniquí a 14 cuadros por segundo y conseguía dar expectativas de futuro a un invento que ya, a finales del siglo anterior, cosquilleaba en la cabeza de varios lumbreras, fueron, cómo no, los americanos los que dieron con la tecla y no sólo perfeccionaron aquella ocurrencia sino que supieron expandirla y comercializarla, implantando en todo el mundo un medio de comunicación que sin la inmediatez de la radio ni el reposo y reflexión de la prensa escrita tiene el inmenso atractivo de la imagen. Tal ha sido su grado de implantación e influencia que es raro hallar un hogar sin tele. Y, además, ha hecho que se tenga como cierto que lo que no sale en televisión no es real.

Y en gran medida es así. En un mundo ya tan cercano en todos sus puntos, todo aquello que no vemos a través de las famosas 625 líneas no existe. 

No ha habido acontecimiento, del tipo que sea, social, político, artístico, deportivo, que no haya tenido cobertura televisiva. Tal es su poder de difusión y alcance.

Naturalmente, los toros no han sido ajenos a este fenómeno y aunque en España llegó, como tantas otras cosas, con retraso, con el desarrollismo de finales de los años cincuenta y, sobre todo, en la década siguiente, el espectáculo taurino tuvo en la televisión a un extraordinario aliado.

Hace poco vi un reportaje de TVE en el que se podía ver cómo la gente se agolpaba en los bares y cafeterías o ante los escaparates de las tiendas de electrodomésticos,-en mi casa no cabía un alfiler- para presenciar la corrida en la que confirmaba su alternativa Manuel Benítez “El Cordobés”, un acontecimiento que dejó desiertas las calles de España e hizo que el torero ya de moda se convirtiese en un fenómeno mundial. Y el toreo y su cultura tuviesen una difusión que nunca hubiera imaginado Gallito, que tanto peleó y se preocupó por que la tauromaquia pudiese llegar a cuanta más gente mejor.

Con la transición se siguió en esa misma onda y aún se recuerda la llamada “corrida del siglo”, en la que Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar se pusieron en boca de todos tras su éxito ante reses de Victorino Martín en Las Ventas. Televisión Española mantuvo su apuesta por los toros y un notabilísimo nivel en sus retransmisiones, eligiendo con criterio y rigor las plazas y festejos que televisaban, algo que otras cadenas privadas no supieron hacer y acabaron ocasionando mucho daño. 

Pero los nuevos modos y lo políticamente correcto acabaron casi con los toros en la primera televisión pública, aunque otras cadenas autonómicas si acertaron con su propuesta taurina -el ya extinto Canal 9 valenciano tuvo en las corridas de toros su principal baza a la hora de generar audiencia- y varias son las que continuan en la brecha: Andalucía, Extremadura, Castilla y León y, desde luego, Castilla La Mancha y ahora Telemadrid, que retoma el tema y apuesta a lo grande con un equipo grande.

Canal Plus perfiló lo hecho por TVE y  acuñó un estilo propio que vino de perlas a los aficionados y a los profesionales, que tenían un muy mullido colchón en sus contratos, pero ha terminado cediendo los trastos a una competencia hasta ahora desconocida por estos pagos y que en un plis plas se ha hecho con el cuadro. Todo está por ver y poco se sabe de cómo hará las cosas este One Toros que tanta tinta está haciendo correr y de la que se sabe poco, al menos en lo que ofrecerá en este tema taurino. Lo que está claro es que para la tauromaquia es muy importante que lo que suceda en los ruedos pueda ser contemplado no sólo por los que acuden a la plaza, al margen del volumen de negocio que genera la televisión. Haya tele, por favor.