VIENTO DE LEVANTE

No cerramos en agosto

jueves, 18 de agosto de 2022 · 07:05

Es acabar julio y media España echa el cierre, coge las maletas y se relame con los días que tiene por delante de holganza y vacación. Hay otra mitad que aguanta el tipo y curra. En esa mitad está la gente del toro, que en este mes tiene faena a diario.

Y no paran. De lunes a domingo, de norte a sur y de este a oeste, los coches de cuadrilla surcan incansables la geografía española -y buena parte del sur de Francia- de plaza en plaza.

Y más esta temporada, cuando la normalidad, dicen, está ya instalada en la sociedad y hay que recuperar el tiempo perdido los dos últimos años, tan convulsos, atípicos y raros.

Pero parece que eso ya es agua pasada y ahora toca aprovechar. Y en eso andan. Sólo hay que mirar el calendario y no hay día en este mes en el que no haya festejo taurino. Desde Azpeitia, que cerró su feria el primero de agosto, y Huelva hasta cuando se extingan los seriales de Colmenar o San Sebastián de los Reyes, solapados ya casi con el comienzo de la feria de Palencia, que abre otro mes frenético. Dicen que agosto lleva la fama pero es septiembre quien carda la lana y acumula más festejos que cualquier otro mes. Entre medias se celebran grandes ferias: Cuenca, Málaga, San Sebastián, Almería, Huesca, Bilbao... perdidas, no se sabe si para siempre, las de Asturias, Vitoria, La Coruña o Játiva. Palma de Mallorca, que llegó algún año a dar más festejos que Las Ventas, parece que, poco a poco, se va recuperando y la temporada de El Puerto de Santa María anda también buscando estabilidad y recuperar sensaciones... y público, dato muy importante. En Francia Beziers, Dax, Bayona, Arles... viven sus días más importantes del año y, además, pueblos grandes y pequeños celebran sus fiestas con toros y son cientos los que los anuncian para estos días de trasiego.

Buena señal es que se den tantos espectáculos, pues indica que la afición -muy arraigada y viva, pese a que se la esté intentando hacer desaparecer poco a poco, de manera sibilina o a lo bruto y por muy distintos medios- sigue viva y latente. Por no hablar de los festejos populares, origen de todo, y que este año parece que, al menos en la Comunidad Valenciana, van alcanzar cifras de récord y superar limpiamente los diez mil  entre las tres provincias valencianas.

Es motivo, pues, para la esperanza que haya todo este trajín y tanto que ver y contar, aunque el sector se queje de que la gente no va a las plazas. Y no va, se ha dicho ya mil veces, por lo mal que se hacen las cosas.

Cierto es que la sociedad de este primer cuarto del siglo XXI nada tiene que ver con la de hace 50 o 60 años -y entonces el público también iba sólo a lo que le interesaba y no era infrecuente que plazas como la de Valencia registrase sólo media entrada en tardes en las que, por ejemplo, toreaba Ordóñez en la feria de julio- pero algo hay cuando se anuncian y programan cientos de corridas para este mes de vacaciones.

Hay que pensar en lo que sería esto si por cuestiones políticas e ideológicas no se machacase al mundo del toro, ignorado por la televisión y etcéteras. Y hay que pensar en lo que podría ser si quienes tienen intereses en el mismo y viven de este negocio no se limitasen al pan para hoy.

Ya lo he dicho muchas veces y no por ello creo que sea destructivo ni negativo, todo lo contrario, pienso que con el inmenso potencial del que se dispone -un espectáculo inimitable y único en el mundo y un público potencial enorme- las cosas podrían ser muy distintas si quien tiene que hacerlo se arremangase y se metiese en faena de verdad. Por su propio bien en primer lugar y por el de la fiesta en general, pese a quien pese, dejada de la mano de Dios.

Pero, aun así, y de nuevo pese a quien pese, se demuestra otra vez que esto funciona. Y aquí está la prueba: en agosto el toreo no cierra.