CAPOTAZO LARGO

Referentes regionales

martes, 29 de marzo de 2022 · 06:42

La afición a los toros nada tiene que ver con la de cualquier deporte donde los concurrentes son fanáticos de un equipo y detractores del rival. A un campo de fútbol, pongamos por caso, el público llega con el deseo de ver triunfar al conjunto con el que se siente identificado y perder a cuantos se enfrenten a él. Dentro de un maremágnum de filias y fobias, lo más generalizado es que el combinado de jugadores que representan el nombre de la tierra sea el más seguido por sus paisanos y el que arrastre más gente hasta el campo cada día de partido.  

En los toros, en cambio, los aficionados son partidarios del toreo con independencia de la cuna de quien lo ejecute. Los hay más adeptos a los artistas y otros, en cambio, prefieren a los denominados de valor. Y también entre unos y otros hay un amplio abanico de concepciones que despiertan simpatías en diferentes grados. Pero, aún siendo más devoto de una interpretación que de otra, el espectador taurino goza con el triunfo de todos los actuantes y nunca se alegra del fracaso de un torero. Se puede acudir a una plaza atraído por un nombre concreto pero constituye una dicha que la terna al completo alcance el éxito, lo contrario que ocurre en el fútbol. En cambio, sí que es cierto que la aparición de toreros locales es primordial para despertar un ambiente en la propia zona que ayude a captar nuevos feligreses.

En mi tierra valenciana, la irrupción de Vicente Ruiz “El Soro” en los años 80 despertó a la región de un letargo taurino que ya duraba demasiado tiempo y supuso la aparición de un tumulto de seguidores. A su reclamo, las plazas de la capital levantina y de toda la Comunidad recibieron una inyección de asistentes que acababan las entradas cada tarde que se anunciaba. Muchos iban a ver al torero de Foios y descubrían a Paquirri, Yiyo, Mendes, Capea, Robles, Manzanares, Espartaco, Dámaso… y a multitud de coletudos más con quienes también se emocionaban. La llegada de Enrique Ponce una década después solidificó todavía más la afición en Valencia. Verles torear juntos o en carteles diferentes siempre concitaba el mayor interés, algo que se acrecentó con la presencia más tarde de Vicente Barrera y también durante un periodo posterior de José Pacheco “El Califa”.

Nadie de estos cuatro nombres permanece en activo y los pocos valencianos que ahora salpican el escalafón de matadores no tienen el enganche popular de aquellos. Eso, amén de la subida del precio de las entradas y de la adversa climatología sufrida las últimas semanas, ha provocado que la recién finalizada feria de Fallas no haya tenido el tirón taquillero de otros tiempos, y algo muy similar acaba de ocurrir en el ciclo castellonense de La Magdalena.

Hoy, sólo José Tomás es capaz de agotar las entradas en un par de horas. Pero el de Galapagar juega en otra liga que nada tiene que ver con la del resto de matadores. Así las cosas, el nombre más atractivo del momento es, en general, el del peruano Roca Rey, que tampoco consiguió acabar el papel en Valencia ni en Castellón. Es lógico pensar que si hubiera estado anunciado junto a un coletudo del terreno la afluencia hubiese sido superior.

Desde levante miro hacia Sevilla con envidia sana. Se marchó Curro y Morante tomó su testigo de fervor, ahora acompañado por Aguado y Ortega. Lo mismo ocurre en Extremadura, que jamás tuvo tantos toreros de interés metidos en la temporada: Talavante, De Justo, Ferrera, Perera, José Garrido, Ginés Marín (jerezano pero hecho en la escuela de Badajoz)... entre otros muchos. Seguro que en Sevilla y en Extremadura la venta de entradas funciona con más alegría que junto a mi Mediterráneo.

Por eso es tan importante que en todas partes haya diestros significados con su tierra y con su gente. Referentes para un público necesitado de atractivos que arrastren a las plazas para verles torear y que, con ellos, se descubran otros toreros y otras tauromaquias. Mientras (en algunas partes) no aparezcan ídolos regionales, habrá que buscar otras soluciones para que los tendidos vuelvan a verse repletos.

 

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