ELOY CAVAZOS

“La puerta grande de Madrid lanzó mi carrera”

miércoles, 8 de junio de 2022 · 16:47

El 27 de mayo se cumplió el 50 aniversario de la segunda salida hombros por la puerta grande de Las Ventas del matador de toros mexicano Eloy Cavazos. El último coletudo de aquel país que ha conseguido esta proeza. La afición de Madrid y la Comunidad de Madrid a través de su Centro de Asuntos Taurinos quisieron reconocer esta efeméride. Al acto acudió el embajador de México en España, Quirino Ordaz.

Fue algo muy hermoso. Estuvieron mi esposa, mi hijo mayor, mi nuera. Ellos no vivieron aquello y por eso estoy muy emocionado de que lo pudieran evocar. Porque pudieron sentir el cariño y el aprecio de la gente y el recuerdo de lo que fue una gesta maravillosa.

No vivieron aquel triunfo, pero también se ahorraron los malos ratos.

Eso sí. En mis 42 años de profesional, hasta mi retirada en Monterrey en 2008, hubo de todo. Triunfos, fracasos, cosas malas y cosas buenas. Dios da de todo y reparte un poco de todo. Yo toreé 2000 corridas de toros, maté 4000 toros, sufrí 20 cornadas, 14 fracturas. Eso dice la historia. Estoy muy contento de mi carrera. Por supuesto que hubo días muy malos, lo normal. Pero ellos no los vivieron, afortunadamente.

El torero de Nuevo León ocupa un puesto importante en el toreo mexicano. Y eso que ahí anduvieron Lorenzo Garza, Pepe Ortiz, Luis Procuna, Armillita, Silverio Pérez, Chucho Solórzano, Juan Silveti, El Soldado, Carlos Arruza, Manolo Martínez, Antonio Lomelín, Fermín Rivera, Alfredo Leal y un largo etcétera.

Bueno, pues eso dice la historia. México ha dado siempre grandes figuras del toreo. Algunos abrieron la puerta grande de Madrid y otros no lo consiguieron. Por ejemplo, Manolo Martínez, que no se acopló con el toro español. Y en México fue alguien muy importante.

El 27 de mayo de 1972.

Yo lo tengo todo muy presente, en la mente y en el corazón. Aquel toro “Azulejo”, de 600 kilos de Amelia Pérez Tabernero. Aquel día se lidiaron cuatro toros de ella y otros dos de otra ganadería, que sustituyeron a la corrida inicialmente anunciada de Buendía. Esta fue rechazada porque era muy simpática de cara. Tengo 72 años, pero me acuerdo de todo como si fuera hoy. Fue algo muy emocionante. Y lo que sucedió no se ha borrado. Yo vestía aquel día de azul turquesa y oro. Mi padrino fue Fermín Murillo y José Fuentes el testigo. En el primero di una vuelta al ruedo y al sexto, colorado y de 600 kilos, le corté las dos orejas. Y si es difícil cortar una oreja un toro en Madrid, la segunda es un milagro. Es un recuerdo que lo tengo muy presente.

Aunque dicen que a veces los toreros se transfiguran y no recuerdan lo que ha sucedido han dado la cara del toro. Eso dicen que le pasó a Pepe Luis Vázquez en Valladolid.

Igual al maestro le pasó aquello, pero yo lo tengo todo muy presente y lo viví todo muy claramente. Me acuerdo de todos los detalles. El toro fue muy rebrincado. Y lo fui metiendo en la muleta poco a poco. Por el pitón derecho fue extraordinario. Y luego pude darle distancia y romperle para adelante. El toro era muy grande y yo, que soy un torero de baja estatura, no era fácil matar un toro con ese volumen. Si para los grandotes no es fácil, para mí lo era todavía menos.

Asegura que a partir de ese día puedo dar de comer a su familia.

Pues sí, porque aquello significó la consolidación de mi carrera. Yo solo había ido tres años a la escuela primaria. No tenía profesión y oficio. Tomé la alternativa con 17 años. Y en mis primeros años ganaba poco. Toreaba mucho, pero en malas condiciones. Cuando abrí las dos puertas grandes de Madrid, la de la confirmación de alternativa y esta corrida que hablamos, se me abrieron tambo las puertas de las plazas de Venezuela, Colombia, Ecuador, México, España, Francia y Portugal. Empecé a torear muchísimo. Me casé en 1973 y entonces ya tenía yo mucho toreado y tenía para mantener a la familia.

Rompió en 1972, pero su alternativa fue en Monterrey el 28 de agosto de 1966.Con Antonio Velázquez de padrino y Manolo Martínez de testigo.  Se doctoró con el toro Generoso, número 69 de la ganadería de San Miguel de Mimiahuapam.

Bueno, aquel día fue el comienzo de mi carrera como matador de toros. El maestro Antonio Velázquez, que en gloria esté, me deseó mucha suerte. Me dijo que debía tener mucha disciplina y mucha entrega y que en el morrillo de los toros había muchas casas y cortijos para comprar. Y que me tenía que arrimar y sacrificarme, que esta es una profesión muy dura pero muy bonita.

Luego confirmó la alternativa el 20 de mayo de 1971 con el toro “Retoñito” de Osborne.

Ese día abrí la primera puerta grande en Madrid. Me la confirmó Miguelín con Gabriel de la Casa de testigo. Fue una tarde importante, pero más importante fue la segunda, porque revalidar una segunda puerta grande es maravilloso. Puedes haber estado bien un día, pero si estás mal al día siguiente, te pitan. Yo corté dos orejas en Madrid en el 71, otras dos en el 72, una en 1975 y otra en 1991.Seis orejas en ocho tardes en Madrid no es mal promedio.

En tantos años de profesión usted compitió con toreros importantes.

Todos eran grandes figuras y todos me motivaban y espoleaban. Toreros como Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida, Paquirri, Palomo Linares, el Viti, el Niño de la Capea, Diego Puerta, Dámaso González, Paco Camino. Y en México Joselito Huerta, Curro Rivera, Alfredo Leal, Antonio Lomelín, Manolo Martínez y tantos otros.

Llegar al patio de caballos y verse a estos toreros debe impresionar.

Bueno, así eran las cosas. Pero es que yo me tuve que acostumbrar a eso y a toreros de la siguiente etapa. Porque luego vinieron César Rincón, José María Manzanares, Enrique Ponce, El Juli, Morante de la Puebla. Toda mi vida ha sido alternar con toreros importantes Y ello me ha motivado. Todos apretaban, todos eran grandes figuras del toreo y no puedo destacar a uno solo, porque todos fueron toreros de época. Y todos me apretaban y me lo ponían difícil.

Sin embargo, con su amigo el Soro no llegó a alternar.

Pues no se dieron las circunstancias. No tuve la oportunidad. No se ofreció y eso me duele. Porque la de El Soro es una historia muy hermosa y también difícil. Vicente fue un ejemplo de afán de superación. Un luchador que nunca se dio por vencido, siempre para adelante, sin darse por vencido. Es un ejemplo de superación y que no se dejó ganar la pelea en la plaza por lo que me han contado y he visto en vídeos. Todo un ejemplo como torero y como persona.

En una trayectoria tan larga como la suya habrá habido de todo.

En 42 años y 2000 corridas de toros hubo habido tardes de fracaso y de gloria. Veinte cornadas, que no es fácil. Y eso que, si vas a la enfermería y le has cortado las orejas al toro, igual vas con otra actitud. Y sobre todo si estás ya con un estatus. Pero cuando yo empecé no tenía un duro y cuando llegaba a la enfermería con una pierna atravesada, me entraban dudas. De si me ponía a trabajar, a vender limones o a ganarme la vida de otra manera. Era duro de soportar, pero el toreo era mi tabla de salvación, mi profesión, pero al principio yo no ganaba dinero, no veía un peso y las cornadas eran duras de sobrellevar.

Luego ya era distinto y recuperaba la ilusión cuando volvía al campo a entrenar. Luego hubo cosas preciosas. Como cortar ocho rabos en la México, o en Caracas, donde salí a hombros veinte tardes. Y corridas en Nimes, en Arles, en Madrid o en Barcelona. Y una tarde que recuerdo con tristeza es en la plaza México, la de mi despedida con seis toros. Solo corté una oreja y la gente se metió conmigo. Aquello fue injusto y me dolió. Pero bueno, son cosas de la historia. Lo importante es que después de cincuenta años en España y en Madrid me recuerden y me den un homenaje por un triunfo.

Se torea por dinero y por afición. 

El que diga que torea solo por afición, miente. Es bueno sentirse torero, pero por mucho que uno se sienta torero y tenga afición, se requiere mucho sacrificio para ello. Hay que haber pasado hambre. Además, cuando empiezas a torear, no tienes para comer y te pones delante del toro para comer. Pero cuando triunfas y ya tienes para comer, no lo puedes hacer porque te tienes que cuidar. Tienes que sacrificarte, apartarte de cosas, de reuniones, de la sociedad, recluirte como un monje, vivir en torero. Cuidarte. Y para ello debes tener una compensación económica. Yo nunca toreé gratis, era importante sentirse figura y si no hay dinero, pues para qué te juegas la vida.

Y usted exigía que le reconociesen su categoría.

Hay que exigir respeto a la profesión. Y a los toreros hay que pagarles. Mis primeros años, como he dicho, fueron muy duros. Toreaba con capotes viejos, con vestidos que se caían a pedazos, con las medias usadas. Cuando yo fui figura me puse a exigir. Eso fue una enseñanza de Manuel Benítez el Cordobés,  quien nos enseñó a ganar dinero a los toreros. Luego estaban también Palomo Linares o Paco Camino, que se hacían respetar si llenaban las plazas y exigían su dinero. Si un torero genera riqueza, llena las plazas y se juega la vida, debe ganar dinero. Cómo está pasando ahora con Roca Rey o con José Tomas o Emilio de Justo o tantos toreros.

Tiene el récord de corridas toreadas en un solo día.

Alguien también lo habrá hecho, pero yo llegué a torear cuatro tardes un día. En el estado de Guanajuato. Toreé en Dolores Hidalgo, en San Luis de la Paz, en San Miguel Allende y en Celaya. Todo en un área de 400 kilómetros. Llevaba varios trajes en la furgoneta. Mataba los dos primeros toros de cada corrida y me iba corriendo al siguiente pueblo. Fue una loquera, pero son gestos que luego pasan a la historia y del que estoy muy satisfecho.

Del toro mexicano se dice que es distinto del español por el temple. Capea dice que allí recuperó la templanza.

Pedro fue un excelente torero, ganadero y persona. Yo alterné cincuenta tardes con él. Conocía la distancia de los toros, los bordaba y la verdad es que toreó a placer con los toreros mexicanos. El toro mexicano tiene la característica de que empieza más frío y poco a poco se va entregando. El español es más brioso desde que sale de los chiqueros, es más violento, se rompe y se entrega más. Además, luego está el caballo. El golpazo contra el peto es tremendo. Y queda muy mermado de su encuentro con las plazas montadas. En México importa menos el tema del tercio de varas. Y por eso se le dan más posibilidades al toro. Y al aficionado le gustan las faenas que tengan muchos pases, las faenas largas, importan menos del tercio de vara y los quites.

Ahora se está cuestionando que se celebren en toros en la plaza México D.F.

A mí me da mucha tristeza que de un plumazo se quieran acabar con estas cosas en México por parte de los políticos. El toreo da trabajo y emplea a muchísima gente, da de comer a muchísimas familias. Y luego es injusto que se hable del sufrimiento de los toros y se está la gente comiendo conejos, corderos, cochinos, cabritos etc. Como digo, el toreo da de comer a mucha gente y hace feliz a otros muchos. Y además hay que respetar la libertad de la gente. Todos tienen derecho a presenciar el espectáculo que les gusta. A mí no me gusta el fútbol, el boxeo o el tenis, pero por eso no lo quiero prohibir. El respeto y la libertad es lo que hay que fomentar y que respeten a cada uno.

La cantera mexicana no para.

Lo estamos viendo aquí en Madrid. Arturo Gilio, Isaac Fonseca, Diego San Román, Joselito Adame, Diego Valadez. Hay muchos toreros mexicanos abriéndose paso. Y es importante que de México vengan a España a mostrar sus posibilidades y dejarse ver. Yo tengo que agradecer mucho a la afición española su cariño, su afecto y el reconocimiento. Como yo me he entregado con ellos cuando estaba en activo. Son dos aficiones que se tiene que comunicar.

 

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