PANTALLAZOS

Novilleros en el filo

martes, 30 de mayo de 2023 · 22:59

18ª de San Isidro. En la tarde lluviosa y gris con la más baja entrada de la feria, pero aun así casi a tres cuartos de aforo, los utreros de Fuente Ymbro, negros con 494 kilos promedio y cuernas moderadas, saltaron y uno tras otro, bravucones, ásperos, mintiendo al tendido y exigiendo mucho a los novilleros. Todos acabaron parándose más pronto que tarde.

Sin peleas redondas, “no eran orejeros” dijo el ganadero, sí brindaron arrancadas para momentos emotivos e imágenes para el álbum novilleril. Pero claro, la corrida es un relato, tiene un argumento y una trama emocional que van tejiendo las faenas para darle unidad. Esta no la tuvo, en gran medida por la intermitencia que marcaron los novillos y la imposibilidad de los novilleros de someterlas y cohesionar sus lidias y rematarlas a estoque. Pero queda constancia de aptitudes, actitudes y méritos que no dejan descalificar estos toreros en proceso.

El madrileño, de Los Santos de la Humosa, Víctor Hernández, se presentó con farol de rodillas, lució por saltilleras y tragó mucho ante las avilanteces del incierto primero logrando hilvanar un par de tandas palusibles y la estocada de la tarde que le valieron el saludo. Con el cuarto encastado y bronco que manseó descaradamente en el primer tercio, pero fue lucido en banderillas por Prieto y Valladares, comenzó vibrante con dos de largo a por la espalda y dos por el pecho descarrilando el galope, ya con el toro encima, y luego sobreponiéndose a las cabezadas y tragando paquete, surciendo cinco tandas, por una y otra mano, de las cuales la quinta fue de gran temple, ajuste y fuste. Quizás la mejor de la corrida. Pero el público terció por el novillo y el matar mal no le devolvió los votos.

Del sevillano Álvaro Burdiel su alegría y conexión. Seis verónicas y media de recibo quedan de su declinante y mal rematada primera faena. Estocada desprendida sin efecto, dos descabellos y un aviso. Volvió a una apertura vistosa con el quinto. Larga cambiada de rodillas, cuatro verónicas rodilla en tierra y revolera con repercusión en la grada. De rodillas, esta vez con ambas, cuatro ayudados por alto acosados, pero ya de pie una trinchera, un natural y el de pecho atemperaron. La brega fue de series cortas, de dos, de tres y desasosegadas y punteadas. Con algunos reparos de la clientela. Y la espada trasera, deprendida no ayudó.

El nimeño Paco María, ganas, valor espartano y destellos de vocación por el temple, la ligazón y la mano baja. El tercero de una sosería inmarcesible impedía que tan buenas intenciones levantaran jaleo. Dos en hueso, un aviso, una estocada por allá y un crucetazo. Con el sexto parado insistió hasta el cansancio, estoque en mano se le fue encima frontal, y el malo le metió el pitón derecho en la fosa nasal hiriéndolo. Hubiese podido matarlo. Sangrante repitió el volapié para dejar la espada honda trasera y desprendida escuchando un aviso. “Estoy tan triste que ni me he mirado, ni se qué tengo”, dijo.