PANTALLAZOS

Robleño torero de Madrid

domingo, 28 de mayo de 2023 · 23:10

17ª de San Isidro. Madrid con sus toreros. Y Fernando Robleño lo es, para bien y para mal. Así es Madrid con sus toreros. Hoy además se llevó el lote. Dos adolfos de gran categoría, encastados, repetidores, humillantes y nobles que con sus respetabilidad y cualidades cotizaban el toreo.

El que abrió la cinqueña y entipada corrida, “Horquillón”, astifino y de amplia cuna, mostro su codicia de salida. No le dio tregua al capote que siguió hasta los medios fieramente y de allí lo llevó él, a las tablas de nuevo, manando él. Pronto al caballo de González que se las puso en sitio y a los buenos pares de Revuelta y Fernándo Sánchez.

De allí en adelante derrocho su bravura frente una lidia peripatética en la que siempre fue dueño del terreno. A la muy antigua, sin ligar una sola tanda, sin sostener el terreno. Pero con un jaleo digno de barras bravas. Qué pesar de toro. Una estocada trasera con la punta asomada por los bajos, un aviso, un pinchazo, un fierrazo perpendicular completaron la tragedia. ¡Ah no! Después de aplaudir el arrastre, era de ley, sacaron al matador al tercio para ovacionarlo. Madrid, Madrid, Madrid…

El quinto, que salió cuarto por la cornada de Garrido que trastocó los turnos, fue aún mejor. El de la tarde. “Aviador”, número 1, de 530 kilos. Se quería comer el capote que a dos manos bregó en retirada hasta los medios. Remolón al peto en tres entradas, cayó a la salida, ganó antipatías y desató una protesta rabiosa, pañueloverde, no atendida. Por fortuna. Don Eutimio se las trae con a cátedra.

Pues después de un par antólogico de Fernando Sánchez, ovacionado y subrayado con una pancarta en sol que decía: “El último romántico”. El Adolfo se fue arriba y Robleño también, ligando una serie de cinco naturales y el forzado, quizá no todo lo rimada que merecía el bravo, pero sí muy embrocada y a cuerpo entregado. La locura. Otra más firmada. Y el trapo a la derecha para una más de cinco, cambio y natural.

Toro, torero y público en alza. Tres ayudados perdiendo la muleta, con ovación claro, (es de los nuestros). Un pinchazo, una espada delantera, un descabello barrenado, una petición mitad y mitad, la negativa de Don Eutimio Carracedo a quien antes le pidieron la cabeza por manilargo y hoy se la querían cortar por manicorto. Dos vueltas al ruedo exigidas y la consabida bronca para el malquerido. Amos eran toros de orejas, de triunfo grande, de faenas redondas y no las hallaron. Como tampoco la muerte que se les debía.

Román con la honradez y el valor por bandera enfrento sus tres estultos. “Prefiero el bueno, o el malo, pero no el que no dice nada como los que me tocaron”, se quejó a la salida. El tercio de José Chacón y Vicente Herrera que saludaron en el tercero, también puso luz en la gris y lluviosa tarde. El salto al callejón del sexto la sacudió. Mientras que la cornada grave a José Garrido la entristeció y la convirtió en un mano a mano.